lunes, septiembre 18, 2006

Mi casa es tu casa

Entro en pánico.

Se acaban, se empiezan y yo apenas voy despertando. Es como un temblor fortísimo cinco minutos antes de que suene la alarma para empezar con la rutina; para cuando logres espabilarte por completo ya todo habrá cambiado.

O tal vez no. Todos mienten. Quizá sólo es el sueño de caer en un precipicio y despertar con sobresalto a asegurarse que el lo de siempre sigue en pie.


Para poder explicar por qué me gusta el error necesitaría una regla transparente de 30 centímetros, tijeras de punta chata, varios plumones del mismo color y toda su atención, como nada de esto tengo, me limito a los ejemplos.

Mi monitor pequeño, el rostro de la perra con su ojo afectado mirándome atentamete para convencerme de que le rasque la oreja, dormir días enteros, la tristeza, la sonrisa de dientes chistosos, mi segundo nombre, el amor a una hibakusha, yo. Los prefiero porque son reales, pero que no quieran mentir con que son lo que no son.


Puedo creer en todo, pero mi fe nunca ha tenido el don para materializar esperanzas. Los fines defines y los empiezos no van a llegar.

Apenas voy despertando y ya me sorprende ver cómo todo sigue, tic tac, tic tac, cuánta indiferencia, cuánta tranquilidad.

Aún así entro en pánico.

Salgo en pánico.

Ahí vivo yo.

domingo, septiembre 10, 2006

Fines defines

Irse, dejarlo todo, perder la fe, abandonar la espera, soltar lo último, lo único que se tenía; volver a estar solo, mirar los zapatos lindos, la ropa cuidada, el dinero que hay y deshacerse de eso también; contar el tiempo libre, ver cuánto queda aún y saber que no hay ya en quién usarlo; quedarse sin nada de qué hablar, en qué pensar, y sentarse a mirar los agujeritos por donde se cuela la importancia de todo lo que se hace, por los que se escurrirá la importancia de todo lo que falta por hacer.

Supongo que así es como se debe sentir.

It all came so close to never happening.
This life came so close to never happening.