domingo, enero 06, 2008

Dosmilochomil

En el 2007, después de que Mario nos hiciera de su agujerada y verde tarjeta, a Laia se le reveló con claridad que hemos entrado irremediablemente en el mundo del tarjetismo, aquel donde cualquier persona que se presenta, extiende al tiempo un cartoncito con su nombre y su quehacer, respecto al cual deberá recibir las exigencias, atenciones o pleitesías correspondientes.

Con lo aprendido el año pasado (y no me refiero al tarjetismo, sino a las desgracias), y como ya estoy en edad y todavía sigo intentando dejar de ser una dama sin modernidad, entre los propósitos para el 2008 estará hacerme una tarjeta de presentación a repartir todo el año a cuanta persona se deje, en la que se lea sin garigol y con toda determinación:




Graciela Romero
No me chinguen




A ver si funciona.

(Yo también quiero tener de dónde comparar el principio con el final: diciembre dirá.)

1 comentario:

Luis Ricardo dijo...

No sé si al comentar en este post esté desoyendo la petición de tu tarjeta.